martes, 21 de septiembre de 2010

fiebre intestinal

NOTA MENTAL #1: tengo imagenes de cabeza en mi cabeza.

martes, 7 de septiembre de 2010

Escribo?

No, en realidad no quiero. Gracias.

viernes, 6 de agosto de 2010

Mas que nunca, nunca.

"Mas que nunca, nunca"; pensaba Octavio mientras pateaba latas por la plaza de armas, que por esos días, andaba bañadiiiiita en neblina.

Iba vestido con sus pantalones caqui que traían la basta rota y un sombrerito gris que en cualquier otro momento nos podría recordar a Natalio Ruiz, pero no en este, porque a diferencia de él, faltaba bastante para que se nos muera por mas que quisiera y jamás daría a parar en La Recoleta.

Bien lo sabía Octavio que mientras se repetía "mas que nunca, nunca" una y otra y otra vez, se quitaba el sombrero porque le daba comezón en la cabeza.

"Otra latita más antes de terminar mi recorrido" se dijo -sin dejar de pensar en que mas que nunca, nunca- y en pleno patadón de piojo futbolista se dio el encontrón con la lata mas pesada de Lima que le hizo doler hasta el huesito mas enclencón de su esqueleto. Esperó a que el huesito vuelva a su lugar y se arrodilló para ver que había en la latita condenada que ha hecho que se me rompa el pie carajo.

La sorpresa de la vida que se dio el hombre cuando vio que en la latita condenada no había ni siquiera aire. Mas que nunca, nunca se sintió el ser más debilucho del mundo al darse cuenta que ya ni latas podía patear.

Se sentó en el piso con las piernas entrecruzadas y se quedó mirando a la bendita lata por horas mientras lloraba más que novia abandonada en el altar y abría los ojos tanto que daba la impresión que en cualquier momento se le caían.

Cuando notó que se le veía un poco ridículo sentado en plena plaza llorándole a una lata que ni etiqueta tenía, levantó la vista y se dio con tremendo sorpresón. ¿Qué cuarto era ese? ¿Por qué las ventanas tenían barrotes? ¿Por qué lo único que había era una camita diminuta que con las justas entraría un ratón desnutrido?

Tardó unos minutos en darse cuenta de lo que había sucedido. "Ay carajo, esto si que no se lo cuento al loquero... de ahí nunca me suelta."

Se metío las manos a los bolsillos de su abrigo y el animal casito se caga encima. "Ahora si se me terminó de quemar el cerebro" se dijo. En su mano había una latita sin etiqueta totalmente indefensa. Tan indefensa que, gracias a Dios, no tenía vida porque se moría en el acto del susto porque a Octavio otra vez estaban que se le caían los ojos por abrirlos tanto.

Se sentó en la cama mas confundido que nunca porque mas que nunca, nunca. ¿Era real? ¿Era imaginación? ¡QUE CARAJO ESTA PASANDO!

¡Tremendo fue el grito que pegó el hombre! Dificilísimo de creer que tanto sonido pueda salir de un ser tan diminuto que podía caber en la cama de un ratón desnutrido.

La señorita mas linda del universo se acercó a él y despues de cerrarle un poquito los ojos bajándole los párpados, porque esta vez si que se le caían en cualquier momento, dejó una bandejita en las piernas de Octavio porque no vaya a ser que este me abra los ojos otra vez y se le caigan antes de que pueda hacer algo.

Le preguntó, con una dulzura jamás antes vista, de donde había sacado esa lata Octavio si bien sabes que acá no se permiten objetos que te puedan dañar. Y menos mal que le había puesto la bandejita porque aparte del infarto que casi le da al hombre, esta vez si que se le caían los ojos. Octavio, cierra los ojos por favor que ahorita se te caen y no es broma.

¡Octavio de donde has sacado esa lata! Del susto que se había pegado el hombre ya ni podía hablar y se había convertido en ratón y el mismo se había comida su lengua como decía mi abuelita que es muy buena y le gusta escuchar bossa nova.

Cerró los ojos haciéndole caso a la señorita mas linda del universo... "y ahorita si que me da un infarto", se dijo cuando abrió los ojos grandotes y vio que estaba en la plaza de armas con la lata de mierda en frente.

Agarró la lata, se la metió al bolsillo de su abrigo, agarró a la señorita mas linda del universo de la mano, le dio un beso enorme en la frente y ella le respondio con toda la dulzura del mundo "mas que nunca, nunca Octavio".

sábado, 12 de junio de 2010

El milagro de la tetera.

Miro por la ventana y el cielo se ha transformado en un collage hecho con papel periódico.

Los carros de cartón andan sin pasajeros y en las calles solo se ve uno que otro perro vagabundo que anda despistadísimo sin saber hacia donde ir.

Hace frío pero no puede llover porque el cielo de papel se desmoronaría. Los pájaros en los cables de luz son los únicos que dan un poco de vida a la gran ciudad con unos cantos melodramáticos que al final son opacados por el sonido del viento.

Enciendo un cigarrillo y me siento sin saber que hacer. Reviso mis cicatrices… siguen en el mismo lugar. Suspiro y me siento mas tranquila.

El hambre se ha desvanecido así como algunas imágenes mentales y solo queda un cosquilleo en el estómago producto de un par de mariposas que decidieron quedarse ahí como señal de esperanza.
Cierro los ojos y puedo imaginarme bailando suavemente con el mar, hemos sido unidos por un abrazo infinito. Hemos logrado encontrar con quien compartir toda la sal que llevamos dentro.

Abro los ojos por curiosidad. Pienso que el teléfono fue algo que jamás debió ser inventado debido a su crueldad.

Llego a la conclusión de que así como se puede pasar del amor al odio en un instante también es posible saltar de la ilusión a la desilusión –ojala fuera posible que se diera al revés.

Café con leche. Que te caliente un poco.

Que te embriague la tarde.

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Mi labio inferior esta destrozado. El superior lo cuido en señal de paz.

Perdí la sensibilidad en mi lengua debido al agua hirviendo. Mi mente empieza a divagar y me pregunto si el agua caliente también puede adormecer los sentimientos.

¡Que teléfono ni que nada! Ese seria el mejor invento.


"El milagro de la tetera."